La tecnología de las telecomunicaciones avanza a pasos agigantados, y mientras el 5G aún se encuentra en proceso de implementación en muchos países, ya se empieza a hablar de la sexta generación de la telefonía móvil: el 6G. Esta nueva tecnología promete velocidades de descarga aún mayores y una latencia reducida, lo que abrirá la puerta a un sinfín de posibilidades en ámbitos como el Internet de las Cosas (IoT), robótica, inteligencia artificial, la conducción asistida y las ciudades inteligentes.
¿Qué es exactamente el 6G?
Se trata de la evolución natural del 5G, que se espera que cubra todo el territorio español para el año 2025. El 6G podría multiplicar por cinco la velocidad máxima de transmisión del 5G, alcanzando los 100 Gbps, con picos de hasta 1 Tbps. Además, se prevé que la latencia se reduzca a tan solo 0,1 milisegundos, diez veces menos que la ofrecida actualmente por las redes 5G.
Estas mejoras en velocidad y latencia tendrán un impacto significativo en diversos sectores. En el ámbito de la comunicación, se espera que el 6G permita la llegada de la «era del holograma», donde las reuniones por videollamada podrían ser sustituidas por encuentros con interlocutores presentes en forma de imagen tridimensional proyectada en el aire. Además, la creación de gemelos digitales de alta resolución y el acceso a entornos de realidad virtual en tiempo real serán posibles gracias a esta nueva tecnología.
El 6G también transformará el IoT, permitiendo la conexión de hasta 10 millones de dispositivos por kilómetro cuadrado, frente al millón que permite el 5G. Esto tendrá aplicaciones en sectores como el mantenimiento, la agricultura y el suministro energético. Asimismo, la combinación de 6G e inteligencia artificial (IA) acelerará la popularización de servicios como el coche autónomo, adaptando los algoritmos de IA en función de la ubicación y el entorno del vehículo.
Sin embargo, no todo son ventajas en el 6G. La multiplicación de dispositivos y sensores supondrá un aumento de la superficie de ataque, lo que requerirá un mayor enfoque en la ciberseguridad. Además, el despliegue de esta nueva tecnología requerirá una inversión significativa en infraestructura, lo que podría traducirse en un aumento de los costes para los usuarios. También se plantean cuestiones éticas sobre el uso potencial del 6G para fines de vigilancia masiva en países con regímenes autoritarios.
En cuanto a su llegada, se espera que la comercialización del 6G comience alrededor del año 2030. Países como Corea del Sur y China ya están trabajando en programas piloto y ensayos para impulsar el desarrollo de esta tecnología.
Pero el avance no se detiene ahí. Aunque el 6G aún está en el horizonte, ya se habla del 7G, una tecnología pensada para elevar aún más el caudal de datos y minimizar la latencia mediante el uso de frecuencias más altas. El 7G podría tener la capacidad de decidir el lugar de la red o el dispositivo más adecuado para que se produzca la computación, lo que tendría enormes beneficios en ámbitos como la domótica. Sin embargo, se estima que el 7G tardará al menos 20 años en convertirse en una realidad comercial.
En conclusión, el futuro de las telecomunicaciones se presenta apasionante y lleno de posibilidades. El 6G promete revolucionar la forma en que nos comunicamos y interactuamos con la tecnología, abriendo la puerta a experiencias inmersivas, una mayor eficiencia en diversos sectores y un impulso significativo al IoT y la IA. Sin embargo, también plantea desafíos en términos de seguridad, privacidad y costes. A medida que avanzamos hacia esta nueva era de conectividad, será crucial abordar estos desafíos para garantizar que los beneficios del 6G y las tecnologías futuras sean accesibles y seguros para todos.
vía: Revista Cloud. Imagen AIFreeImages