En el ecosistema Linux es habitual ver nacer nuevas distribuciones que siguen un patrón conocido: base Ubuntu o Arch, un entorno de escritorio, algo de personalización y poco más. Algunas encuentran su nicho; muchas desaparecen en cuestión de meses. ObsidianOS, sin embargo, juega en otra liga: intenta replantear cómo se actualiza, se protege y se recupera un sistema, llevándose al PC de escritorio ideas que hasta ahora veíamos en ChromeOS, Android o sistemas embebidos.
Basada en Arch Linux, ObsidianOS no quiere ser “otro Arch con KDE”, sino una distribución construida alrededor de un modelo de particiones A/B y de un conjunto de herramientas propias que buscan algo muy concreto: que una actualización rota no sea sinónimo de reinstalar desde cero.
A/B en el escritorio: dos raíces, una activa y otra de seguridad
El corazón de ObsidianOS es su esquema de particiones A/B. En lugar de una única raíz, el sistema mantiene dos particiones de sistema: “slot A” y “slot B”. El usuario arranca desde una de ellas mientras la otra permanece inactiva. Cuando llega una actualización, en lugar de tocar el sistema que está corriendo, se escribe todo en la partición inactiva.
Si todo va bien, en el siguiente arranque el sistema pasa al nuevo “slot”. Si algo sale mal —un paquete crítico roto, un kernel que no arranca, un error de configuración— basta con volver al slot anterior y seguir trabajando con el sistema que ya se sabe que funciona. Nada de sesiones de madrugada tratando de reparar un initramfs o un GRUB destrozado: se vuelve a la raíz previa y punto.
Lo llamativo es que ObsidianOS no recurre a btrfs ni a snapshots complejos. Toda la lógica se apoya en ext4 y en la gestión inteligente de esas dos particiones de sistema, aprovechando un patrón que ya usan ChromeOS y muchos dispositivos Android, pero aplicándolo a un Linux de propósito general.
Cuatro ediciones y un instalador propio
Aunque el proyecto sigue siendo joven, ObsidianOS ofrece varias ediciones:
- Base Edition: instalación mínima con instalador en modo texto (TUI), pensada para usuarios avanzados.
- KDE Edition: la opción recomendada, con Plasma como entorno de escritorio.
- COSMIC Edition: basada en el nuevo escritorio de System76, aún en fase beta.
- Void Edition: para quienes quieren la filosofía de ObsidianOS pero con Void Linux como base.
La edición KDE y la COSMIC prescinden de instaladores genéricos como Calamares y apuestan por un instalador propio en Qt 6 + Python. El asistente guía al usuario por los pasos habituales —disco de destino, zona horaria, teclado, bootloader—, pero se encarga además de preparar automáticamente el esquema A/B sin abrumar con jerga técnica.
Los requisitos son razonablemente modestos (2 GB de RAM, CPU de 64 bits, unos 20 GB de almacenamiento), pero en la práctica tiene más sentido usarla con algo más de memoria si se va a trabajar con KDE de forma cómoda. Eso sí: el sistema es UEFI-only y se apoya en systemd, por lo que no está pensado para hardware muy antiguo.
Primer arranque: un Arch “limpio”… con truco
El primer arranque de la edición KDE recuerda a un Arch bien montado: escritorio limpio, sin temas estridentes ni capas de personalización agresivas. El menú de aplicaciones, la configuración del sistema y las utilidades de base son muy familiares para cualquiera que haya pisado Plasma en los últimos años.
La diferencia aparece cuando entra en juego el ObsidianOS Control Center, una interfaz en Qt que sirve de frontal gráfico para la herramienta de línea de comandos obsidianctl. Desde ahí se pueden ver:
- En qué slot (A o B) está arrancando el sistema.
- Qué actualizaciones hay disponibles.
- Opciones de rollback al otro slot.
- Información del sistema y registros relacionados con los cambios.
Es ahí donde la distro deja de parecer “otro Arch más” y se percibe como un sistema con una idea clara: convertir actualizaciones y reversión de cambios en algo predecible, casi transaccional, sin obligar al usuario a entender todos los entresijos.
Capas en espacio de usuario: overlays y paquetes “superpuestos”
Más allá de las particiones A/B, los desarrolladores han ido un paso más allá con un mecanismo experimental de overlays en modo usuario escrito en Rust. La idea, simplificando, es interceptar llamadas de libc para crear un comportamiento de sistema de archivos “en capas” sin tocar el kernel ni depender de módulos especiales.
En la práctica esto permite:
- Aplicar cambios sobre la raíz como si fueran capas superpuestas.
- Revertir fácilmente esas modificaciones.
- Probar configuraciones o software sin comprometer el sistema base, salvo que el usuario decida consolidar los cambios.
Este mismo enfoque alimenta otra pieza clave: opm (Obsidian Package Manager), un gestor de paquetes propio, también en Rust, que trabaja junto a pacman. Cuando se instala un paquete con opm, el sistema:
- Descarga el paquete de los repositorios de Arch.
- Genera una imagen de overlay con su contenido.
- Aplica esa capa sobre el sistema.
El resultado es que las instalaciones y pruebas de paquetes quedan mucho más acotadas. Es una aproximación distinta a la de NixOS o a los sistemas puramente inmutables como Fedora Silverblue o openSUSE MicroOS, pero con la misma obsesión de fondo: reducir al mínimo el riesgo de “romper” la raíz.
Plugins y eventos: reaccionar a lo que pasa en el equipo
ObsidianOS incluye también un sistema de plugins, igualmente escrito en Rust, que permite que scripts y pequeñas piezas de lógica reaccionen a eventos del sistema:
- Cambios en la batería.
- Conexiones y desconexiones de dispositivos.
- Determinados disparadores de hardware.
Linux ya tenía formas de hacer algo parecido con udev, acpid o unidades de systemd, pero la propuesta de ObsidianOS es empaquetar todo ese comportamiento en un marco unificado y más fácil de gestionar, especialmente para quienes quieren automatizar reacciones sin bucear en media docena de subsistemas diferentes.
Rendimiento y experiencia diaria
En el día a día, ObsidianOS se comporta como cabría esperar de una distribución basada en Arch:
- Arranques rápidos.
- Kernel y paquetes relativamente recientes.
- Una sesión KDE ágil y sin añadidos innecesarios.
- Acceso al amplio ecosistema de software de Arch.
El foco, eso sí, no está en llenar la distro de utilidades propias, sino en ofrecer las piezas mínimas para que el modelo A/B y las capas funcionen bien. La experiencia sigue siendo bastante “vanilla” en cuanto a escritorio, lo que será una buena noticia para usuarios que prefieren entornos poco recargados.
Un proyecto joven… y claramente experimental
Conviene subrayarlo: ObsidianOS sigue siendo un proyecto joven y con varias piezas marcadamente experimentales. El mecanismo de overlays, opm y el sistema de plugins están en evolución, y la propia comunidad recuerda que, por ahora, tiene más sentido probarlo en máquinas de test o máquinas virtuales que en el equipo de trabajo principal.
También es una distribución mantenida por un equipo pequeño, algo que siempre plantea dudas de continuidad a largo plazo. No es, al menos de momento, la distro que uno recomendaría a un usuario novato que solo quiere “que todo funcione” sin tocar nada.
En cambio, para quienes disfrutan instalando Arch a mano, probando NixOS o Silverblue y jugando con modelos de actualización más seguros, ObsidianOS ocupa un punto intermedio muy sugerente: un Arch con actualizaciones casi transaccionales, diseñado alrededor de particiones A/B y herramientas en Rust que tratan al sistema como algo que se puede versionar y revertir con facilidad.
Si el proyecto mantiene el ritmo de desarrollo actual y logra estabilizar sus componentes más innovadores, puede terminar convirtiéndose en una de las propuestas más interesantes dentro del universo Arch en los próximos años.
Preguntas frecuentes sobre ObsidianOS
¿Qué diferencia a ObsidianOS de otras distros basadas en Arch Linux?
Su seña de identidad es el esquema de particiones A/B y las herramientas para gestionar actualizaciones y rollbacks de forma segura, usando ext4 y evitando depender de snapshots complejos. Además, incorpora overlays en espacio de usuario y un gestor de paquetes propio (opm) que aplican los cambios como “capas” sobre el sistema.
¿Es ObsidianOS una distribución adecuada para usuarios principiantes en Linux?
No es la opción más recomendable para un primer contacto con Linux. Aunque el instalador gráfico facilita el proceso, muchas de sus ventajas tienen sentido para usuarios que ya entienden conceptos como particiones, rollbacks, overlays o repositorios de Arch.
¿Qué ediciones ofrece actualmente ObsidianOS?
El proyecto mantiene varias ediciones: una Base Edition mínima con instalador TUI, una edición con KDE Plasma, una edición COSMIC todavía en beta y una Void Edition para quienes prefieren Void Linux como base con las herramientas de ObsidianOS por encima.
¿Para quién tiene más sentido probar ObsidianOS hoy en día?
Principalmente para usuarios avanzados y entusiastas que quieran experimentar con un modelo de sistema más robusto frente a actualizaciones rotas, sin renunciar a la base rolling-release de Arch. Es especialmente interesante para quienes ven con buenos ojos la filosofía de NixOS o de las distros inmutables, pero prefieren un entorno más cercano a Arch y ext4.
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