La Unión Europea vuelve a apostar por una distribución propia de Linux: ¿una oportunidad o un nuevo derroche de dinero público?

La historia parece repetirse. La Unión Europea ha anunciado el desarrollo de EU OS, una nueva distribución Linux destinada a convertirse en el sistema operativo estándar para las administraciones públicas y otras organizaciones del sector público. El objetivo es ambicioso: garantizar soberanía digital, reducir costes y aumentar la seguridad informática en la región.

Sin embargo, este tipo de iniciativas despierta escepticismo, ya que Europa y, en particular, países como España tienen un historial de intentos fallidos que acabaron por dilapidar recursos sin lograr una adopción masiva.

El precedente español: un cementerio de distros olvidadas

En España, la fiebre por tener distribuciones Linux propias ya dejó decenas de ejemplos. Proyectos como Molinux en Castilla-La Mancha, Guadalinex en Andalucía, LliureX en la Comunidad Valenciana, Max en la Comunidad de Madrid, LinEx en Extremadura o Trisquel en Galicia, se presentaron con grandes expectativas de independencia tecnológica, ahorro y fomento del software libre.

La realidad fue muy distinta: falta de soporte, escasa compatibilidad con aplicaciones habituales y nula continuidad política provocaron el abandono progresivo de estos proyectos. En muchos casos, acabaron siendo iniciativas simbólicas más que soluciones viables, y terminaron reemplazadas por sistemas propietarios debido a la presión de la industria, la falta de formación de los usuarios y la dificultad de adaptar entornos laborales enteros.

EU OS: un viejo sueño reciclado

El proyecto EU OS toma como base Fedora Linux, con KDE Plasma como entorno de escritorio. Su diseño modular busca que los países puedan personalizar sus versiones sin alterar la base común, con la promesa de mantener interoperabilidad y una gestión unificada.

La filosofía detrás del proyecto sigue el mantra del “dinero público – código público”, impulsando la idea de que todo software financiado con fondos públicos debe ser accesible, modificable y redistribuible por cualquier ciudadano u organización.

El planteamiento es sensato, pero no está exento de críticas. Algunos expertos cuestionan la elección de Fedora, una distribución respaldada por Red Hat, propiedad de la estadounidense IBM, cuando alternativas más neutrales y europeas, como Debian o openSUSE, podrían haber encajado mejor en un proyecto que busca precisamente soberanía digital.

Los fantasmas de GendBuntu y LiMux

La historia europea también acumula ejemplos fallidos. En Francia, el proyecto GendBuntu —la distribución Linux creada para la Gendarmería— tuvo éxito parcial, pero enfrentó dificultades de mantenimiento y compatibilidad. El caso más sonado es el de LiMux, el proyecto de la ciudad de Múnich, que en su momento fue considerado un referente mundial en adopción de software libre en la administración pública. Tras varios años de implementación y millones de euros invertidos, Múnich acabó regresando a Windows, alegando problemas de compatibilidad y presión de proveedores.

Estos fracasos son un recordatorio de que la viabilidad no depende solo del software, sino de la voluntad política, el apoyo institucional, el mantenimiento a largo plazo y la formación de los usuarios finales.

¿Un proyecto sólido o un experimento condenado?

Actualmente, EU OS se encuentra en fase embrionaria. No existen versiones de prueba disponibles y, aunque el nombre y logotipo sugieren respaldo institucional, la Comisión Europea no ha hecho declaraciones oficiales. El proyecto, por ahora, solo cuenta con documentación preliminar y planes de prueba de compatibilidad en diversos entornos hardware.

Los desarrolladores confían en que el diseño modular permita una adopción más sencilla y evite errores del pasado. Sin embargo, el camino es largo y la competencia frente a gigantes como Microsoft y Google es feroz.

Conclusión: ¿una oportunidad real o una historia que se repite?

La idea de EU OS representa, sobre el papel, un paso hacia la soberanía tecnológica y la reducción de costes para la administración pública. Pero sin una estrategia clara de adopción, un presupuesto de mantenimiento sólido, formación constante y un apoyo político continuado, es probable que termine sumándose al listado de distribuciones olvidadas y experimentos fallidos.

La historia reciente en Europa y España demuestra que la tecnología por sí sola no basta: hace falta compromiso a largo plazo y la capacidad de resistir presiones externas para lograr que un proyecto como EU OS no acabe siendo otro símbolo de buenas intenciones y millones de euros malgastados.

Conoce más sobre EU OS en su GitLab.

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