La intersección entre la inteligencia artificial (IA) y el derecho se sitúa en un momento crucial, a medida que los reguladores europeos intentan encontrar soluciones duraderas para una tecnología que avanza a pasos agigantados. En este escenario, el Informe de Competitividad de la Unión Europea del 2024 alerta sobre la necesidad de replantear el próximo presupuesto del bloque para evitar que una regulación excesiva frene el avance de la IA.
Mario Draghi, en la presentación del informe, destaca los riesgos que supone para Europa un estancamiento económico y una burocracia aplastante. Estos factores podrían obstaculizar la innovación y el bienestar social en el continente. Por ello, Draghi sugiere la implementación de políticas que lograrían que la UE compita eficazmente contra Estados Unidos y China. Entre las recomendaciones, propone inyectar entre 750 y 800 mil millones de euros en la economía, destinando 450 mil millones al impulso de la transición energética. Además, señala la importancia de reformar la Ley de Competencia para permitir fusiones corporativas, en respuesta a la decisión de bloquear la unión entre Siemens y Alstom en 2019.
No obstante, la adopción de estas políticas dependerá no solo del presentado informe ante el Consejo Europeo informal, sino también de las decisiones y negociaciones que sucedan una vez que Donald Trump inaugure su mandato el 20 de enero de 2025. Las conversaciones sobre el próximo marco financiero plurianual serán fundamentales para definir el presupuesto para el período 2028-2034.
Enfrentando una presión internacional creciente, Europa se esfuerza por liderar el escenario de la IA mientras profundiza en la ética tecnológica. A pesar de sus fortalezas en computación de alto rendimiento, el modelo industrial europeo se muestra rezagado en software y servicios informáticos, con un 7% de inversión en I+D frente al 71% de EE. UU. y el 15% de China.
Aunque se observa un retroceso en I+D, la UE ha demostrado avances en infraestructura pública con iniciativas como el emprendimiento conjunto Euro-HPC, que ha aumentado significativamente la capacidad computacional. Además, con el lanzamiento planeado de dos computadores de exaescala, se creará una nueva capacidad de computación de alto rendimiento para startups de IA, un paso crucial para escalar sus sistemas.
Sin embargo, solo el 11% de las empresas europeas están adoptando la IA, mientras que el objetivo es alcanzar un 75% para 2030. Este lento progreso se atribuye, en parte, a la falta de capital de riesgo en la región. En 2023, la inversión en capital de riesgo en Europa fue de apenas 8 mil millones de dólares, comparada con los 68 mil millones en EE. UU. y los 15 mil millones en China, lo que empuja a las startups europeas a buscar financiamiento más allá de sus fronteras.
La Acta de IA de la UE, aprobada en marzo de 2024, ha establecido regulaciones que clasifican los sistemas de IA según su riesgo. Sin embargo, estas medidas no mostrarán su impacto hasta 2026, cuando comiencen los periodos de transición para los sistemas de alto riesgo.
Para que Europa alcance un nivel competitivo en IA, es esencial encontrar un equilibrio entre el financiamiento adecuado y las reformas legislativas en competencia. La alta inflación actual podría fomentar colusiones tácitas, mientras que la inercia de los consumidores puede facilitar prácticas de competencia desleal. Aunque la Acta de IA es un avance significativo, la tendencia de Europa a quedarse rezagada en desarrollo podría amenazar su cuota de mercado frente a rivales internacionales.