La artrosis, una enfermedad que afecta a millones de personas en todo el mundo, se presenta como un desafío tanto para los pacientes como para los profesionales de la salud. Esta patología degenerativa de las articulaciones se caracteriza por el desgaste progresivo del cartílago, lo que desemboca en dolor, rigidez e inflamación, especialmente en áreas como la rodilla, la cadera y, en algunos casos, el hombro. Estas afectaciones pueden convertir acciones cotidianas como caminar, subir escaleras o vestirse en tareas arduas y dolorosas.
El doctor Andrés Borja Jara, experto en Traumatología y Cirugía Ortopédica del Hospital Quirónsalud Vitoria, destaca que aunque el riesgo de desarrollar artrosis aumenta con la edad, no es un problema exclusivamente asociado a las personas mayores. Factores como el estilo de vida sedentario, el sobrepeso o lesiones mal tratadas son determinantes en la aparición y avance de esta enfermedad.
El abordaje terapéutico de la artrosis comienza con fisioterapia, ejercicio físico y modificaciones en el estilo de vida. En determinados casos, las infiltraciones pueden ser útiles. La intervención quirúrgica se reserva para cuando estas medidas no son suficientes para aliviar el dolor o cuando el daño en la articulación es irreversible. La elección del procedimiento quirúrgico depende del daño articular, y las técnicas pueden variar desde artroscopia hasta osteotomía, priorizando siempre la preservación de la articulación.
El doctor Borja Jara resalta la importancia de la personalización en el tratamiento quirúrgico. Cada paciente es único y, por tanto, el enfoque debe adaptarse a sus necesidades específicas para recuperar el movimiento y el bienestar. En los casos de daño severo, el uso de prótesis puede devolver al paciente su autonomía y calidad de vida.
En los últimos años, los avances en técnicas quirúrgicas mínimamente invasivas, junto con la incorporación de tecnologías digitales y robóticas, han mejorado considerablemente la precisión de las intervenciones. Además, el desarrollo de terapias biológicas y de implantes más resistentes, junto con protocolos de rehabilitación más eficaces, han facilitado un retorno más rápido a las actividades diarias.
La recuperación postquirúrgica es variable y depende tanto del paciente como del método utilizado. Según el doctor Jara, la movilización temprana es crucial, comenzando con el uso de muletas y fisioterapia específica. La recuperación total puede llevar de tres meses a un año, pero es esencial que los pacientes tengan expectativas realistas sobre la reducción del dolor y la restauración de la funcionalidad.